sábado, 22 de marzo de 2014

EL AGUA Y NUESTRA CULTURA

Para nosotros, los ancashinos, el agua es un recurso de suma importancia. Desde nuestros más antiguos mitos, el agua es tratada con mucho respeto y veneración. La Tamya, una de las más poderosas diosas del Hanan Patsa, condescendió en bajar durante cuatro meses para que su hermana, la Patsa Mama, adquiera fertilidad. La Mama Yacu, tuvo que ser enamorada por el gran dios Guari de Chavín para que se deje canalizar por los Nunas.

El agua es fuente de vida en el Ande

El culto al agua ha sido uno de los más antiguos en nuestra región y los principales templos fueron construidos en los Tinkus, lugares de encuentro entre dos ríos. La gran cordillera nevada que domina nuestra región, la Cordillera Blanca, ha sido considerada como un regalo especial de los dioses a este pueblo singular, donde nació la cultura andina y desde donde se expandió a todo el Perú antiguo.

Chavín y otros templos andinos se hallan en un Tinku

La gran cultura Recuay, tiene en múltiples ceramios en forma de Paccha, vertidores de agua dedicadas a la ritualidad y al culto. De modo que este recurso, ha sido cuidado con amor durante milenios.

Típica Paccha Recuay

Los valles costeños de Ancash, plenos de fertilidad fomentaron grandes culturas tal como lo demuestran los admirables vestigios hallados en Santa, Nepeña, Casma y Huarmey. De manera que el agua está ligada a los conceptos de cultura y progreso.
La Cordillera Negra, en donde el agua es escasa, tuvo un tratamiento muy peculiar. Pequeños reservorios situados estratégicamente en las cabeceras y faldas de las cuencas, canales muy bien conservados que nos cuentan de la laboriosidad de nuestros antepasados y de una planificación muy bien elaborada por parte de los sabios ingenieros andinos.

Los pueblos de las Vertientes saben aprovechar el recurso hídrico

En un tiempo en el que el agua se ha convertido la principal preocupación de la humanidad por su galopante escasez, toda esa sabiduría con que se desenvolvieron nuestros antepasados perdura hoy en día en nuestros pueblos y comunidades. Y entre ellos destaca con gran nitidez Corongo, que mantiene una tradicional forma de administrar el recurso hídrico mediante el Sistema de los Jueces de Agua, el mismo que hace poco ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura.

San Pedro, señor de las aguas, es venerado en Corongo

Los Jueces de Agua de Corongo, son campesinos o pobladores que apoyados por sus Campos y Cabecillas, organizan el calendario festivo de Corongo, desde Año Nuevo, hasta la gran fiesta de San Pedro en junio, pasando por la festividad de Reyes, carnavales y Semana Santa. De allí, ganada la autoridad ante la comunidad, tienen medio año para distribuir el agua de sus dos reservorios, de Parte Arriba y de Parte Abajo, sin mayores problemas en lo que constituye un exitoso modelo comunal de administración de recursos, sin conflictos ni tensiones.

El Ministerio de Cultura viene evaluando la posibilidad de elevar ante la UNESCO este modelo ancestral para que sea reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Bien lo merece Corongo, bien lo merece Ancash.

martes, 18 de marzo de 2014

SOBRE LOS FANTASMAS DEL HOMBRE ANCASHINO


Un día como hoy en 1958 el siquiatria huaracino Federico Sal y Rosas publica como fruto de sus estudios en psiquiatría transcultural, una interesante investigación sobre el "Susto", enfermedad ligada a nuestras concepciones andinas.
Sal y Rosas trabajó primero como docente en Huaraz, en el colegio "De la Libertad" y escribió para "Amauta", la revista que dirigía su amigo J. C. Mariátegui una nota sobre la educación pública en el Perú en 1929.

El Dr. Federico Sal y Rosas

Allí critica el centrismo que daña la educación y alza su voz en favor de una reforma educativa que tome en cuenta la realidad del Perú agrícola: "la escuela es un cuerpo extraño enclavado en las comunidades pues no toma en cuenta los saberes andinos", una gran verdad. Plantea la descentralización que debe ser "política y doctrinaria". Casi 90 años después estamos en lo mismo.
Fue un adelantado en el país sobre los estudios del hombre en su medio ambiente y eso lo aplicó después en su segunda profesión, la psiquiatría con excesivo rigor científico.
Publicó un trabajo sobre la "psicología vertientina", la zona de Vertientes en Ancash tiene una "geografía vertical". Asegura que mientras que el paisaje del Callejón de Huaylas es "cálido y riente", en Vertientes se tiene "una mirada casi gris, pero enérgica e imponente".

Paisaje típico de las Vertientes

Expresa su convicción socialista afirmando que: "Vertientes es una república de trabajadores, cada quien cultiva su parcela y no hay odiosas diferencias sociales".
Federico Sal y Rosas trabajó el síndrome psiquiátrico del "susto", llamado a partir de entonces por la medicina "el Síndrome de Sal y Rosas". "El susto es un síndrome de tipología estructural esencialmente peruana y precisamente quechua y andina. Su construcción mitológica, su explicación simbólica se relacionan con la pérdida o robo del alma por la tierra, debido a una fuerte impresión. El paciente pierde el apetito, se descuida de su persona y cae en depresión, a veces este estado lo lleva a la muerte", escribió.
Aunque reconoce que afecta mayormente a los niños, adolescentes y ancianos, su conclusión es que no es una simple superstición sino síndrome psiquiátrico que necesita especial atención.

Una caída, o una impresión producen el Susto

Otros males andinos según Sal y Rosas son el Mal de Ojo; el Huaullu, producido después del parto; el Huaqlli cuando se ladean las visceras intestinales; y el Quichakashka que es la separación de las vértebras. 
En todos estos casos el tratamiento corresponde al  curandero, como partícipe del mundo espiritual del sufriente. Y el ceremonial es de incuestionable eficacia psicoterapéutica. Reivindica el maestro la eficacia de la ancestral "shoqma" como medida terapeútica.
Anticipándose en el tiempo, anuncia que el campesino migrante, que deja su terruño para vivir en las urbes, con el proceso de urbanización suprime o atenua sus síndromes psiquiátricos nativos y se incorpora a los modos de enfermar psíquicos del mundo al que accede. ¡Cuánta verdad en el análisis de este gran investigador ancashino!
Sal y Rosas es a la psiquiatría lo que Arguedas es a la literatura; ambas amaban entrañablemente al Perú profundo y a su gente. Cuando enfermó José María Arguedas, el Dr. Federico Sal y Rosas lo llamó por teléfono: "yo sé lo que usted tiene, y sé cómo curarlo" le dijo.

Si Arguedas le hubiera hecho caso a Sal y Rosas...

viernes, 7 de marzo de 2014

REFLEXIONES SOBRE EL CARNAVAL HUARACINO

                El Carnaval Huaracino es muy particular, es muy antiguo y tiene orígenes andinos. Prueba de ello es que sólo en Huaraz se celebra la fiesta de las cruces en tiempos de carnaval (tenemos 4 tipos de cruces en Huaraz); que es un tiempo de caos, tan presente en el Ande; el huachihualito que es símbolo de la unidad de los tres mundos; y el “entierro” del Ño Carnavalón, que consiste en echarlo al río, al agua, pues la patsamama no puede recibir al símbolo del caos que es este personaje.


 
Reina del Carnaval del barrio de Huarupampa, antes del sismo

                Antiguamente se celebraba el Carnaval como una fiesta familiar. De modo que se privilegiaba el llamado “jueves comadres” y el “jueves compadres”, celebrados 15 y 7 días antes del inicio del carnaval, donde el "ahijado" era una wawa de pan. De allí nació un célebre verso: compadre que a la comadre/ no le mueve las caderas/ no es compadre de veras/.
                Ya con el impulso del presidente Leguía en los años 20 que introdujo la visión francesa del carnaval, se copia en Huaraz la costumbre de elegir reinas y sacar carros alegóricos. Pero ello no quitó que el juego con agua sea un enfrentamiento entre barrios y un pretexto de iniciar los escarceos amorosos entre los jóvenes.
                El antiguo carnaval era de cinco días (en el Ande el 5 es el símbolo del caos), empezaba el Sábado Carnaval con la lectura de “bandos” del rey Momo o Ño Carnavalón y terminaba el Miércoles de Ceniza con la lectura de “testamentos” y el clásico entierro en las aguas del río Quillcay. En el intermedio teníamos el Domingo de Carnaval y la fiesta de las Cruces en los templos de San Francisco y La Soledad; el Lunes Carnaval dedicado a plantar y tumbar los “huachihualitos” en medio del baile generalizado; y el “Martes Guerra” donde salían las reinas en sus carros, concluía el juego con agua y se desarrollaban los velorios del Ño Carnavalón en cada barrio.
                Nadie jugaba ni tumbaba montes antes ni después de estos 5 días. Estaba terminantemente prohibido. No era como ahora que se juega todo el mes y se plantan montes hasta en mayo.

ANÁLISIS DE LOS CARNAVALES
                Un pueblo que goza y se alegra, es un pueblo que se sobrepone a la adversidad y prolonga su existencia. Por eso en Huaraz el carnaval cada año se renueva con vigor y alegría.
                El análisis de esta fiesta nos lleva a afirmar contundentemente que el carnaval es una fiesta andina. Jamás debemos repetir que “se originó en Grecia y en Roma y de allí pasó a Venecia para luego llegar a América”. Esa es otra fiesta. El nuestro, el carnaval andino tiene sus propias características como detallamos a continuación.
                El carnaval es un tiempo de caos. El caos es un elemento que está vigente en nuestra cosmovisión. Lo contrario al caos es el orden. Son cinco días de caos en el carnaval, que empieza el sábado de carnaval con la entrada triunfal del “Ño Carnavalón”, personaje que adopta diversos nombres en cada barrio, nombres quechuas a cual más exagerados que explicitan las aberraciones de este ser que personifica al caos. Sus bandos y su testamento permiten todas las licencias habidas y por haber. Se vitupera a las autoridades y a los principales del pueblo, cosa que normalmente no está permitido hacer.
                El carnaval huaracino culmina recién el Miércoles de Ceniza, con el “entierro” del “Ño Carnavalón”. Eso de “entierro” es un simple decir, pues al “Ño Carnavalón” se le avienta al río Quillcay. El significado de este hecho es profundo. El llamado Carnavalón, símbolo del caos, es un elemento dañino, demoníaco, que no merece ensuciar las entrañas de la Patsa Mama; por eso no se le debe enterrar. Se le avienta al río porque el río cumple la función de supremo purificador. Y aquí tenemos otro elemento netamente andino. El río se llevaba los pecados de toda la comunidad en el ritual de la Situa, que se realizaba en el mes de setiembre. Todo el pueblo iba a los ríos a contarle sus pecados y retornaba purificado. Nadie se exceptuaba de este ritual. Desde el Inca hasta el último yanacona o mitimae, estaba obligado a acudir al río para realizar la ceremonia de la Situa. Entonces, echando los restos del Ño Carnavalón al río, la comunidad se limpia, se purifica de la influencia de este nocivo ser.

El río Quillcay recibe los restos del Ño Carnavalón

EL CORTAMONTE
                Otro elemento andino en nuestros carnavales es el monte de carnaval o “Huachihualito”. Obligatoriamente tiene que ser un árbol de capulí. El capulí, árbol nativo es considerado, junto al molle, un árbol apropiado para la ritualidad andina.
                El capulí del carnaval es cortado en el campo y llevado a la ciudad para ser colocado en medio de una plazuela. Esto tiene su significado, el campo alimenta a la ciudad. El campo provee el alimento del que carece la ciudad.
                El árbol tiene una función muy especial. En el mundo andino, es un elemento unificador, pues relaciona a los tres mundos. Sus raíces se hunden las entrañas de la Pacha Mama dirigiéndose hacia el Uran Patsa, el Mundo de Abajo; su tronco está situado en el Kay Patsa, el Mundo del Medio, nuestro mundo; mientras que sus ramas se extienden hacia el Hanan Patsa, el Mundo de Arriba.
                El árbol del carnaval, o monte de carnaval, es “vestido” y adornado con frutas, serpentinas, ropa, utensilios y cuánto elemento se le pueda colocar. Así, el árbol de carnaval simboliza la abundancia. En el escudo nacional, se debe reemplazar a la “cornucopia de la abundancia” por el árbol del carnaval, pues la cornucopia es un elemento totalmente extraño a nuestra realidad, es un cuerno de fauno del que en la mitología griega brotaban abundantes frutas.
                El hecho de cortar el árbol de capulí y traerlo a tierra, para luego abalanzarse a recoger sus adornos, simboliza ese deseo de que los abundantes frutos de la Patsa Mama lleguen a todo el pueblo. En la práctica, toda la semana de carnaval se realizan los cortamontes. Por la ciudad se ven grupos muy alegres que danzan alrededor del huachihualito. Las parejas van dando golpes al árbol hasta lograr que se incline pesadamente hacia el suelo. 

El "tsampi", en forma de árbol, también simboliza la abundancia

EL "MUTSAKI"
                     El Carnaval huaracino culmina recién el jueves, un día después del Miércoles de Ceniza. Somos tan especiales que la Cuaresma en Huaraz no tiene 40, sino 39 días, pues el Miércoles de Ceniza es el "Entierro" con su consabida lectura de testamento del Ño Carnavalón. Huaraz se reivindica al día siguiente, el jueves toda la población se dirige al Santuario del Señor de la Soledad a pedirle perdón al patrón de Huaraz, a su querido "Papachito", por todos los excesos del carnaval. Y Él, amoroso, se acerca a su pueblo. No olvidemos que éste es el único día de todo el año en que el Señor de la Soledad abandona su altar mayor,  y permite que los files arrepentidos le besen los pies. 

Nunca baja de su Altar Mayor, solo al inicio de la Cuaresma

                        Así se restaura el orden cósmico. Atrás quedó el tiempo del caos del carnaval, y el pueblo se dispone a vivir con fervor la Santa Cuaresma.