lunes, 22 de abril de 2013

EL ENTIERRO DE UN SABIO

Un día como hoy, 21 de abril de 1967 son enterrados en Lima los restos de don Santiago Antúnez de Mayolo en el Cementerio El Angel.
Su fallecimiento da origen a la leyenda. Diez años después, su nombre se inmortalizaría cuando al crearse la primera universidad de Ancash, unánimemente se le confirió por nombre el de nuestro ilustre sabio.


El sabio en su madurez

Pero eso sólo fue el culmen de un anhelo popular y un pedido rutinario. Ya el 26 de junio de 1956, en el Paraninfo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, los estudiantes ancashinos promovieron una campaña por la "Universidad Técnica de Ancash" que llevaría el nombre de Santiago Antúnez de Mayolo.  En el Congreso de Municipalidades de Trujillo, en 1958, el representante de la municipalidad de Huarás, el padre Augusto Soriano solicitó con voz vibrante la creación de la universidad ancashina.
En 1960, el diputado por Ancash, David Izaguirre, presenta ante su Cámara un proyecto de ley solicitando la creación de la universidad ancashina, pero ni siquiera fue discutido pese a la insistencia del Dr. Javier Pulgar Vidal quien presentó un proyecto sustitutorio. Inquietos, los estudiantes ancashinos residentes en Lima, organizados en el Centro Universitario Ancashino, el 20 de abril de 1963 proponen al gobierno la creación de la "Universidad Técnica Antúnez de Mayolo". Sería la segunda vez que se vocee el nombre de nuestro sabio, quien fallecería esa misma fecha, cuatro años después.

La juventud santiaguina ha dado un gran paso en el camino de la moralización de su universidad

Han pasado 35 años desde que se creó la universidad ancashina y vamos a asistir a su nuevo aniversario, contemplándola sumida en una profunda crisis. ¿Qué hubiera dicho nuestro sabio de estar vivo ante lo que le hacen a su universidad? Pienso que de la cólera, mínimo se volvería a morir. Presentaría un recurso para que se quite su nombre de una institución que jamás estuvo a su altura.
Hace 48 años enterramos a Antúnez de Mayolo, no enterremos también su legado.

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