martes, 16 de agosto de 2011

EL PRESIDENTE ENAMORADO


Don Ramón Castilla fue Presidente del Perú entre 1847 y 1851, en dicha oportunidad tuvo como ama de llaves a una bella joven ancashina, Margarita Mariluz.
Margarita Maariluz quien nació en Llumpa, hoy distrito de la provincia de Mariscal Luzuriaga en la zona de Conchucos, y llegó a Lima muy jóven. Era una huérfana que por azares del destino pasó a trabajar en Palacio de Gobierno como ayudante de la ama de llaves.
Don Ramón Castilla la promovió como su ama de llaves, cargo que desempeñó de modo eficiente hasta pocos días antes del fin del primer gobierno del Libertador.
Luego de la renuncia, Margarita se trasladó a su tierra natal, sin imaginar que su belleza y su don de gentes había encendido en el viejo corazón de don Ramón la intensa llama del amor.


Belleza indiscutible la de Margarita Mariluz.

El ex presidente llegó a Huaraz meses después averiguando cómo seguir camino a Llacma. Grande fue su sorpresa al comprobar que las torres de la catedral de Huaraz no se habían construído, pese a que él personalmente había destinado diez mil soles para dicha obra. "¡Diez mil soles, diez mil soles; diez mil ladrones!", exclamó lleno de ira.
Tomó el camino de Quebrada Honda y apareció en Conchucos. Hasta ahora existe una cueva que llaman “Ramón Castilla”, porque es fama que allí pasó la noche el mariscal.
Un día como hoy, 16 de agosto de 1852, el ciudadano Ramón Castilla llegó a Llumpa y se asentó como vecino de dicha localidad. Don Ramón se instaló en las minas de “Potosí”, cerca a Llacma con el pretexto de buscar mineral.


Actual plaza de Llumpa.

El alcalde de Llacma, al enterarse de la actividad minera en “Potosí”, envió un citatorio al propietario, indicándole que debía acercarse al concejo pues no había solicitado la autorización municipal. Cuál sería su sorpresa cuando vio aparecer en su triste despacho al ex presidente del Perú vestido de gala, con uniforme de general y sombrero de tres picos con penacho de pluma. “Sepa usted señor alcalde, que los minerales del subsuelo son propiedad del Estado, no de los municipios”, le dijo muy serio. El pobre alcalde se moría de vergüenza dándole sus disculpas.


El Presidente en traje de gala.

Don Ramón logró entrevistarse con Margarita. La joven le dio largas y con prudencia, supo mantener en línea al enamorado. Como ya se acercaba la fiesta del “Corpus”, en junio, Margarita le invitó a que la acompañara a la procesión. Fue un acontecimiento en Llumpa ver al bravo militar llevando el palio del Santísimo. Hasta ahora se comenta cómo se desvivía el general por lograr los favores de Margarita. En pleno baile por la fiesta del Corpus, la invitó a zapatear  una marinera; mientras la pareja bailaba, el negro liberto que le acompañaba, iba echando monedas de oro al piso.
Cerca a San Luis había un solar propiedad de la familia de Margarita. Allí se reunía la pareja de tarde en tarde. Mucho se ha hablado sobre si Margarita aceptó los requerimientos de don Ramón Castilla, o no. Lo cierto es que no dejaba de visitarla mientras estuvo en “Potosí”.
En esa época, don Ramón hizo construir tres molinos a orillas del río Ingenio, que hasta ahora se conservan. La gente del lugarr les llama “los molinos de Castilla”, y  allí entretenía su tiempo en espera de una decisión de  Margarita.
El corazón es bastante huraño. Margarita sólo quiso conservar la amistad del Presidente. Y así pasó el tiempo. Hasta que don Ramón se convenció de que nada más podía hacer. ¡Ay, así es el amor! Dicen que la despedida fue bastante triste. El general Castilla se alejó jurándole amor eterno. Algún sentimiento debió de despertar en Margarita, pues ella nunca se casó. La mujer más bella de su época prefirió conservarse sola.


Carretera San Luis - Pomabamba, sector Llacma.

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